
Tic,tic, tic, tic, abro los ojos, empañados, cristalinos por las lagrimas de desvelo, trato de conciliar el sueño, pero mi desesperación por dormir, mas que por descansar, termina convirtiéndome, aun mas, en ese noctambulo que no quiero ser. Una luz tintineante parpadea a través de mi ventana, cual luz hipnotizadora, miro las calles que aun duermen y envidio su quietud, esa dulce paz, esa maldita tranquilidad que no me deja dormir, que me pone a pensar, a indagarme, a preguntarme, a tratar de aprovechar el tiempo perdido durante el día, porque para mi, el día es corto y la noche larga.
Me quedo mirando el reloj, mientras el susurro de la lluvia me arrulle, quiero dormir, descansar, morir, pero el simple echo de tener que levantarme dentro de 3 horas hacen huir todas mis ilusiones, paso la mirada por todo el cuarto y la detengo en un cuadro, una cita para ser exacto, me la regaló mi hermana, en mi cumpleaños, ella decía que naci un verano, uno en especial, en el cual el sol se oculto mas tarde de lo normal y tal vez por eso me aburrí del día.
“Cada noche morimos; cada mañana nacemos de nuevo. Cada día una nueva vida” Edward Young, miro el cuadro, lo leo y lo releo, no pienso, solo observo.
El maldito sonido del despertador me “despierta”, abro los ojos, no recuerdo el momento que me quede dormido, o si siempre lo estuve, a veces me pasa eso, tomo una pastilla que me mantiene en pie, al menos gran parte de día, me alisto y salgo a la calle que todavía dormita por culpa de la lluvia, camino entre vidrios y llantas quemadas, rezagos de la huelga de ayer, sigo mi rumbo y veo un gran edificio, destruido por las llamas y el calor sofocante, incendiada, apedreada, muerta, a veces me pregunto, ¿Qué es sueño? Y ¿Cuál es la realidad?